Una alimentación sana ha de comenzar en la infancia, y ésta incluye, al menos, el consumo de 400 gramos aproximadamente de frutas y verduras al día, es decir, la ingesta de unas tres piezas de fruta y dos platos de verdura. Ahora bien, no es nada fácil lograr que los pequeños de la casa consuman estas cantidades.

El color, el aspecto, e incluso el aroma de ciertas verduras crudas o cocinadas no acaban por convencer a la infancia. Por estas y otras razones, investigadores de la Universidad de Cornell, situada en Ithaca (Nueva York) han llevado a cabo dos estudios cuyos resultados son dignos de mención, ya que no sólo son interesantes de cara a esos padres que intentan de manera incesante que sus hijos sigan una dieta sana y equilibrada, sino que también lo son para el sector de la exportación en España.

Los niños estadounidenses consumen más frutas y verduras si su presentación o packaging es curioso, sugerente o contiene elementos -como por ejemplo personajes de dibujos animados- asociados con sus gustos, y además, este tipo de estrategias -de asociación- son más efectivas en productos sanos; estas son algunas de las conclusiones arrojadas por estos dos estudios.

El trabajo de campo que ha configurado estos estudios se ha basado en el análisis del consumo de frutas y verduras en dos colegios estadounidenses. En uno de ellos, los investigadores de la institución docente optaron por cambiar los nombres de las frutas y las verduras en el menú. Así, el brócoli pasó a denominarse entre los estudiantes ‘Power Punch Broccoli’ -brócoli golpe de fuerza- o ‘Tiny Tasty Tree Tops’ –sabrosas copitas de árbol-, mientras que las alargadas y naranjas zanahorias pasaron a llamarse ‘X-Ray Vision Carrots’ –zanahorias con visión de rayos X-. Este nuevo bautizo llevado a cabo por los investigadores de la institución docente fue aplicado a otros tantos alimentos vegetales.

De modo paralelo, los creadores de estos estudios tomaron nota en todo momento de los hábitos de consumo de frutas y verduras en los estudiantes de otro colegio en el que no se había cambiado el nombre a los alimentos. Se esperaban unos resultados previsibles pero, lejos de ello, los resultados fueron tan sorprendentes que no han dejado indiferente a nadie: En la escuela cuyas verduras y frutas habían sido renombradas de cara a los infantes, el consumo de estos alimentos había aumentado en un 99% (un dato que representa al 48% de la muestra tomada para el estudio). En cambio, en el centro educativo que presentaba los vegetales con su denominación habitual se redujo el número de consumidores de frutas y verduras en un 16%. ¿Casualidad?

Aunque es cierto que las exportaciones de alimentos vegetales a Estados Unidos se han duplicado en la última década, los datos que nos brindan este tipo de estudios siguen siendo relevantes para el sector de la exportación en España. Hasta el momento, el mercado estadounidense sigue siendo muy reacio al consumo de este tipo de alimentos. Un cambio en las estrategias publicitarias y de marketing podría tener como consecuencia un aumento considerable en las posibilidades de exportación de productos hortofrutícolas al país de la comida rápida por excelencia.

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