A partir de este año se permite incluir hasta un 10% de semillas de chía en el pan, los cereales del desayuno o las bolsas de frutos secos que se comercializan dentro de la Unión Europea. Los granos de esta hierba, que se consumen desde hace siglos en Centroamérica, son ricos en omega-3, fibra, proteínas, antioxidantes, vitaminas y minerales.

Este producto se consume desde hace muchos años y es uno de los alimentos básicos dentro de las culturas mesoamericanas. Los aztecas y mayas las utilizaban para preparar medicinas y pinturas corporales, además de cómo una ofrenda honorable para sus dioses.

En la actualidad estos granos se comercializan en Estados Unidos y otros países del continente americano, no obstante en Europa este producto era todavía casi desconocido. A pesar de ello, desde enero del año 2013 la Unión Europea ha autorizado su inclusión en productos de panadería, cereales para el desayuno y mezclas de frutos hasta el 10% del alimento.

Una semilla saludable

Según los últimos estudios realizados, la semilla chía posee un alto contenido de ácidos grasos omega-3, compuestos antioxidantes, vitaminas y minerales. Incluso se le puede considerar como un alimento funcional por sus propiedades nutricionales: Incrementa el índice de saciedad y ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, trastornos del sistema nervioso y diabetes, según los trabajos publicados por la Universidad de Santiago de Compostela y la Pontíficia Universidad Católica de Chile en Food Reviews International.

Los investigadores también destacan el alto contenido en fibra de estos granos, ya que contienen mucílagos que absorben cantidades elevadas de agua, lo que provoca que ayuden funcionamiento intestinal.

La palabra ‘chía’ es una adaptación española del plural de chian, que significa ‘aceitoso’ en la lengua náhuatl centroamericana. En el Códice Florentino o Historia general de las cosas de Nueva España, escrito en náhuatl y castellano poco después de la conquista de México, ya se describen las virtudes de esta herbácea.